jueves, 21 de septiembre de 2006

Etapa 6 - Villamayor de Monjardín - Logroño

El desayuno en el albergue fue excelente; con embutido, tostadas, zumo, no faltó de nada, un buen combustible para el día tan largo que me esperaba.

El primer tramo consistía en atravesar el pequeño desierto, lo hice con Apolonio, que descubrí que también había pasado la noche en Villamayor, pero en el otro albergue. Me dijo que también le habían tratado de maravilla y que sólo le habían pedido el donativo.

Fuimos a paso ligero y lo cruzamos en un par de horas, fue una buena táctica para avanzar bastantes kilómetros sin problemas de aburrimiento, pero hizo que mi cadera izquierda se resintiera.


Entramos en Los Arcos sobre las nueve y media de la mañana. Descansito y a continuar, llegamos juntos hasta Torres del Río, y allí fue donde una mujer de una tienda nos hizo unos bocadillos. Me separé de él en este pueblo y empecé a andar más despacio. A partir de aquí venían una sucesión de subidas y bajadas que me iban dañando poco a poco la cadera. Sobre las cuatro de la tarde llegué por fin a Viana, que me pareció un pueblo feo. Siendo el último pueblo de Navarra y estando sólo a 10 kilómetros de llegar a La Rioja tuve mis dudas sobre quedarme o no. Me senté en un bar a tomar la decisión y teniendo en cuenta que sólo restaban 10 kilómetros muy relajados, y que mis amigos canarios estarían y allí, me aventuré a llegar.



Un descenso tranquilo que me llevó tres horas hasta que llegué al albergue, pues me sorprendió la lluvia y tuve que cubrirme. El albergue de los amigos del camino de Santiago de Logroño es grandísimo y muy bonito, por tres euros pasé la noche, y como resultó que era San Mateo, me dieron una botellita de vino al entrar, en ese momento me alegré mucho de no haberme quedado en el feo Viana.
Entrar en La Rioja fue un antes y un después, sobre todo en el albergue. Cenamos un menú por 9 euros que tenía de todo, en el Café-Bar Moderno, y como eran las fiestas nos tocó una banda. Dormimos bastante bien, entre gente nueva que nos acusaba de correr más que andar, pues habían salido del mismo sitio que nosotros pero un día antes, y les habíamos ganado una etapa.


Además fue el primer día que pude lavar y secar la ropa en lavadora y secadora, por 5 euros. Con toda la ropa limpia y las energías renovadas por estar en un nuevo lugar, empezaba un nuevo ciclo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

si te paercío feo Viana, te invito a que vuelvas por esta bonita ciudad medieval amurallada, para ver si tu perspectiva esta vez es distinta.