lunes, 16 de octubre de 2006

Etapa 31 - Negreira - Olveiroa

Mi intención era la de llegar hasta Muxía, pero luego no fue posible y me quedé en Olveiroa. Es por eso que salí del albergue a las siete de la mañana.

Usé la linterna para cruzar los frondosos y laberínticos bosques que tiene Negreira a su salida, y llegando a la salida de uno de ellos me quedé sin pilas. Por un momento pensé que estaba perdido y que tendría que quedarme quieto en mitad de un bosque, lloviendo, durante una hora hasta que amaneciese. Pero no, Santiago se apiadó de mí y un minuto después, tras dar unos pocos pasos de ciego, vi una luz a lo lejos y di a una carretera, que pude seguir sin problemas.


Así llegué en un tiempo récord al albergue de Olveiroa, y al ir a tomar un bocadillo para ganar tiempo me sorprendió una tormenta, con lo que tuve que quedarme allí.



En el fondo fue una decisión acertada, primero porque conocí a dos chicas encantadoras de Valencia; Marian y Marina, con las que divertí la tarde, y segundo porque comí unas lentejas con arroz deliciosas en el albergue. Estas chicas empezaron el camino en Santiago, y sólo hacían la prolongación hasta Fisterra. Pensé que el camino hasta Fisterra no iba a ser más que un par de aburridos días andando solo sin conocer a nadie, pero estaba muy equivocado. De hecho pasamos parte de la noche y toda la tarde jugando a las cartas en el bar y charlando, y gracias a que Marina me dio unas pilas para mi linterna pude salir pronto al día siguiente y aprovechar bien todo el día.



De hecho el camino desde Santiago fue diferente, era como si la peregrinación hubiese terminado ya, eso fuese una propina y empezase mi nueva vida. Me sentía un peregrino a medias y disfrutaba más con la idea de llegar al mar que con los paisajes que veía. No esperaba conocer a gente como la que conocí, y estas chicas fueron un regalo; Marina es una chica muy simpática, es fisioterapeuta y se la ve buena persona. Y Marian es enfermera, por lo que hablé con ella deduje que es una curranta nata, de esa gente que rellena su tiempo libre con más cosas y al final termina por estar todo el día atareada. Además de tener unos ojos muy bonitos, como profundos, me fijé...



1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, gracias por compartir tu viaje, yo hice el camino en dos ocasiones y las personas nos volvemos especiales... más receptivas. Ahí se nota ¡¡¡ en los ojos que tiene la gente maravillosa con la que has compartido esa gran experiencia. Es un viaje donde se aprecian los pequeños detalles. Un fuerte abrazo. leosidran@hotmail.com